Aunque los fertilizantes nitrogenados son un elemento de gran importancia para la siembra y los cultivos a gran escala, especialmente, para aquellos destinados a cubrir diversas necesidades alimenticias; también se trata de un arma de doble filo, ya que se ha demostrado que son los mayores responsables de la emisión de gases contaminantes que deterioran nuestra capa de ozono.
La historia del cultivo se remonta hasta hace miles de años, cuando el hombre comenzó a cultivar sus propios alimentos. Sin embargo, los fertilizantes fueron descubiertos cuando algunos agricultores primitivos notaron que el suelo dejaba de producir si era cultivado continuamente. Fue entonces que decidieron añadir residuos vegetales y estiércol para restaurar su fertilidad. No obstante, el origen de la industria fertilizante no ocurrió sino a mediados del siglo XIX.
La importancia de los fertilizantes
Desde comienzos del siglo XIX, la tasa de incremento de la población mundial ha sido de 550 por ciento. Tenemos que para esa fecha había un estimado de 1.000 millones de personas, cifra que actualmente supera los 6.500 millones y con la previsión de que para el 2050, podría haber entre 9 y 10 mil millones de habitantes. En tal sentido, este importante incremento exige un reto constante a la agricultura, no solo en cantidad de alimentos, sino también en calidad; a fin de cubrir las necesidades de una población cada vez más demandante.
De ahí la importancia de los fertilizantes, quienes juegan un papel fundamental en esta ecuación, ya que proveen los nutrientes necesarios para los suelos destinados al cultivo. Sin ellos, la tierra se volvería estéril e incapaz de generar cosechas. Por ello, son productos que aseguran la calidad nutricional y la óptima producción; gracias a ellos, se evita la necesidad de expandir la superficie agrícola. Por otro lado, también favorecen la conservación del suelo, evitando su degradación.
Conoce un poco acerca del nitrógeno
Todas las plantas requieren de nitrógeno para un crecimiento adecuado, este nutriente se haya presente en la molécula de clorofila, en las proteínas y en los ácidos nucleicos. Así mismo, es un elemento abundante en la atmósfera, llegando abarcar el 78% de su contenido; también está presente en la materia orgánica del suelo.
No obstante, ni el nitrógeno atmosférico ni el orgánico pueden aplicarse directamente a las plantas. Para ello, es necesario convertirlo en amonio o en nitrato, siendo estas las presentaciones más adecuadas para que las plantas lo puedan absorber.
El nitrógeno está relacionado especialmente con el crecimiento de hojas y ramas, ayuda a las plantas a conservar su color verde y dado que está presente en la clorofila, también favorece el proceso de germinación. Si falta nitrógeno en el suelo, las hojas dejan de crecer y ser tornan amarillas.
Beneficios que brindan los fertilizantes nitrogenados
Según su procedencia, los fertilizantes nitrogenados pueden ser orgánicos y químicos. Los orgánicos provienen de residuos vegetales y animales, los cuales ofrecen una acción lenta debido a que el nitrógeno se hace presente en la medida que estos residuos son descompuestos por las bacterias. Los fertilizantes químicos brindan una acción rápida, favorecen el crecimiento y estimulan el vigor de las plantas.
Los fertilizantes minerales nitrogenados son aquellos que ofrecen una alta concentración de nitrógeno, disponible bien sea en forma de urea, nitrato o de amonio. Así mismo, puede contener todos estos elementos y combinarlos con otros nutrientes como el fosfato, sulfato, potasio y calcio. Sin embargo, son las propiedades del suelo, así como su temperatura y la etapa en la que se encuentra el cultivo, quienes van a determinar cuál es la mejor fuente de nitrógeno.
La otra cara de la moneda
Si los fertilizantes nitrogenados son utilizados de forma racional en los suelos, sus efectos son esenciales y favorables para la fertilización, rendimiento y calidad de todas las cosechas; así mismo, podría beneficiar la salud humana al aportar elementos fundamentales para el metabolismo. Sin embargo, no siempre sucede de esta manera.
Utilizar este tipo de fertilizante químico en forma desmedida o descontrolada, trae como consecuencia efectos negativos que repercuten en el medio ambiente; siendo los más preocupantes la contaminación acuífera y la generación de gases de efecto invernadero.
Contaminación del agua
Ya sabemos que el nitrógeno debe convertirse en nitrato para la absorción de las plantas; pues bien, este nitrato no es retenido en el suelo, por el contrario, presenta gran movilidad por medio del agua. Por ello, es usual que estos componentes viajen por medio del drenaje hasta aguas profundas, llegando alcanzar los acuíferos. Este proceso se denomina lixiviación y la cantidad de nitratos concentrados va a depender de la época de lluvia, del drenaje del suelo y también de la cantidad de fertilizante aplicado a las cosechas.
Un agua contaminada con elevadas concentraciones de nitratos, es un riesgo para la salud de los seres humanos, en especial los recién nacidos; ya que podría causar el “síndrome del bebé azul”, una afección que impide el óptimo transporte de oxígeno en la sangre, lo que puede causar la muerte.
Una amenaza a nuestra capa de ozono
Diversos estudios avalan que los fertilizantes nitrogenados son capaces de incrementar la emisión de gases con efecto invernadero, especialmente el óxido nitroso; un gas que cuenta con un poder de calentamiento de 300 veces más que el dióxido de carbono. Por esto, es el principal gas GEI que emite el sector agropecuario, llegando a superar al metano que se origina en los procesos digestivos de los rumiantes.
El óxido nitroso es el gas con mayor poder de destrucción de la capa de ozono. Es producido por microorganismos durante un proceso llamado desnitrificación. Así mismo, también se generan otros gases contaminantes, tal como el amoniaco y el óxido de nitrógeno.
Como podemos observar, la población mundial requiere de la producción agrícola para suplir parte de sus necesidades alimenticias y ésta, a su vez, de los fertilizantes especialmente los nitrogenados. Pero, ni el mejor fertilizante orgánico o sintético escapa a generar daños si es empleado de forma inadecuada. Por ello, además del uso de inhibidores de la actividad ureasa o la gestión eficiente de fertilizantes sintéticos (no ureicos) junto con desechos vacunos, propuestas que prometen ser una solución para reducción de los porcentajes de nitrógeno liberado, se debe promover el uso racional de los mismos.