Características y cuidados de la flor de la pasión o Passiflora

Última actualización: 26.04.24

 

Dentro de las plantas trepadoras similares a la vid, la Passiflora es una de las más llamativas. La clave de esta planta está en sus espectaculares flores, que ofrecen colores muy vivos y suntuosos. No obstante, no es una planta muy resistente, por lo que conviene conocer cuáles son sus cuidados.

 

Además de sus múltiples aplicaciones en cosmética, la Passiflora o Flor de la Pasión es una planta muy interesante para darles un toque de color a nuestros jardines. Durante su época de floración, esta especie llenará de contrastes tu jardín, gracias al tono vivo y la amplia variedad de colores que tienen sus flores.

Sin embargo, es importante saber que esta planta no es de las más resistentes a la hora de cultivarla. Por eso, conocer la Passiflora y sus cuidados es algo básico para que tengas éxito a la hora de incluirla en tu jardín. Si no lo haces, es probable que la planta no prospere de manera adecuada.

 

Historia de la Passiflora

La Passiflora es una de las muchas plantas que llegó a Europa gracias al descubrimiento de América. Esta especie está presente en territorios de la Amazonia de países como Brasil, Colombia o Ecuador, entre otros. Allí fue identificada por los colonizadores españoles, quienes le dieron el nombre de Flor de la Pasión. 

El nombre no es casual, dado que la flor presenta una estructura con unos filamentos que recuerdan la corona de espinas que colocaron en la cabeza de Cristo durante su pasión. Por si esto fuera poco, los cinco estambres de la flor representan las cinco llagas de la crucifixión, mientras que los 10 pétalos de la flor representarían a los 10 apóstoles que asistieron a dicha crucifixión. Una suma de casualidades que acabaron dando este nombre a la flor de la Passiflora.

Características principales de la Passiflora

La Flor de la Pasión, de nombre científico Passiflora, es una planta trepadora. Como tal, puede alcanzar varios metros de altura y va ganando terreno a medida que la misma se desarrolla. Para conseguir ese despliegue utiliza los zarcillos roscados, habituales en este tipo de plantas y que ya fueron definidos por Darwin hace bastantes años.

Las hojas de la passiflora tienen una forma alterna y diversa, disponiendo de un limbo dividido en lóbulos oblongos. Además, es una planta de tipo perenne, por lo que no pierde sus hojas con la llegada del otoño. Respecto del tallo, este mantiene el planteamiento propio de las trepadoras, con un grosor más bien pequeño y un acabado ligeramente rugoso, que ayuda a que la planta se agarre mejor al terreno conforme crece.

No obstante, lo que más llama la atención de esta especie son sus flores. Estas tienen una amplia variedad de colores, por lo que si quieres una Passiflora roja, naranja, morada o azul, te será fácil encontrarla. Estas flores cuentan con unos tonos muy vivos y unas características que las hacen destacar en mitad de la profundidad de la planta.

Para rematar este análisis, tenemos que echar un vistazo a la Flor de la Pasión y su fruto. Hablamos de la maracuyá, fruto tropical ampliamente conocido y utilizado. Un alimento rico en todo tipo de nutrientes, que también es habitual en la elaboración de todo tipo de cosméticos.

 

El clima de la Passiflora

Uno de los principales problemas que tenemos en Europa para cultivar la Pasiflora tiene que ver con el clima. Hablamos de una especie propia de zonas tropicales, con presencia principalmente en América y, en menor medida, en Asia o Australia. Esto genera el problema de mantener la planta activa durante todo el año.

Considerando la climatología española, no son muchas las zonas en las que la Passiflora podría cultivarse en exteriores con normalidad, situándose estas principalmente al sur del país. Por eso, es habitual que la planta se cultive en maceta en sus primeras etapas. Las más jóvenes pueden estar en exteriores durante casi buena parte del año, aunque deben guardarse en interiores o en invernadero durante el invierno. Una vez que las mismas tienen una cierta entidad, soportan algo mejor el clima más frío.

Cuidados de la Flor de la Pasión

Debido a sus características, la Flor de la Pasión requiere de unos cuidados considerables. La primera precaución es elegir una ubicación con una gran cantidad de sol, tanto en interiores como en exteriores. Es clave mantener una temperatura adecuada en su entorno si optamos por el cultivo en maceta, aunque colocando la planta lejos de fuentes de calor intenso, como radiadores o estufas.

Otra necesidad concreta de la planta, como especie tropical que es, es disponer de un riego frecuente. Sin embargo, esto no quiere decir que debamos regarla en exceso, dado que si la encharcamos pudriremos sus raíces. A cambio, deberemos tirar de regadera un par de veces en semana durante invierno y otoño, aumentando la frecuencia en verano. La idea es que el mantillo siempre esté húmedo.

Junto con el riego se hace necesario el abonado. Este debe ejecutarse cada 15 días, usando para ello un producto específico. Este abono líquido debe dosificarse en el agua de riego y siguiendo las instrucciones del producto concreto que hayamos comprado, ya que un exceso también puede ser perjudicial.

En cuanto a la poda, esta debe realizarse en aquellos tallos que tengan flor. Basta con cortar dos o tres yemas justo por debajo de la flor, a fin de que se intensifique el crecimiento. También se pueden reducir los tallos, eliminar ramas rotas y aquellas muy separadas del núcleo de la planta. Este proceso se ejecuta una vez al mes.

Finalmente, tenemos que hablar de las plagas de la Passiflora. Las principales son las de araña roja, pulgón y cochinilla. Estos invasores se alimentan de la savia de la planta y pueden causar un deterioro considerable de la misma en poco tiempo. Por suerte, pueden eliminarse fácilmente con cualquier producto específico para el tratamiento de estas plagas.

 

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